Descubriendo Madrid
Hace unas semanas estuvimos en Madrid mi niña y yo. Fuimos a ver a los abuelos (mis padres), a mi hermana y a unos amigos. Fue la primera vez que Lucía estaba en Madrid....mi Madrid y para mi fue especial. Lo pasamos bastante bien y aunque fue un día tristón, lo vivimos con muchas inquietudes. Era la primera vez que viajábamos solas sin Fran, tren arriba, tren abajo, cercanías, metro...pero la verdad es que con el fular todo fue muy fácil y cómodo. Lucía no dejó de estirarse en el asiento del tren y mamar mirando por la ventana ese paisaje llano y otoñal que tantas y tantas veces me he dormido mirando en mis viajes diarios Madrid-Ciudad Real. Quien me diría hace unos años que acabaría haciendo ese recorrido con mi hija! Fue un viaje un poco místico la verdad, como si el viaje en tren nos transportara a ambas a una esfera diferente de la existencia diaria. Como si el tren tuviera la capacidad de transportarnos no sólo en el espacio sino a una dimensión de espiritualidad especial. Era raro que no estuviera Fran pero por otro lado eso hizo que mi yo más interno conectara con Lucía en un viaje bastante especial. Mirábamos por la ventana y como si me estuviera hablando me transmitía una enorme emoción por lo que estábamos viviendo juntas.
Ese día Lucía descubrió la lluvia. Nunca antes le había llovido y quizá no fue muy consciente porque iba pertrechada en el fular y bien equipada con un gorrito pero ese día gris y otoñal fue el compañero perfecto de un día en el que nos unimos un poquito más si cabe. En el que cada vez que se acurrucaba en mi pecho con esa sonrisa mágica que tiene parecía que me decía que le estaba encantando vivir esta aventura con mamá.
Señales
Comimos con la familia y los amigos y pasamos un día bonito. Sin duda era un día especial, lleno de energía, una de mis mejores amigas se puso de parto y tuve la suerte de vivirlo con ella aunque fuera por teléfono, animando en cada contracción, un parto perfecto. La energía flotaba a nuestro alrededor. Lucía era todo atención, todo mirar, todo aprender.
Antes de volver decidimos tomar un café en un Starbucks (bueno yo me tomé un batido de chocolate) y mientras mis amigos pedían en la barra, Lucía y yo nos quedamos en uno de esos silloncitos estupendos con vistas a la calle. Seguía chispeando y Madrid seguía enseñándome ese paisaje urbano otoñal que hace tiempo dejé atrás. Los ejecutivos pasaban sin cesar, gente elegante protegida en sus paraguas, la nostalgia de la ciudad se instalaba en los charcos que se abrían frente a nosotras y que reflejaban esos edificios inmensos que la caracterizan...Madrid, mi Madrid. Y entonces ocurrió.
No siento tanta nostalgia por Madrid como para emocionarme pero presentí de repente que era un gustazo estar allí con mi niña. Y una persona se paró delante del cristal. Iba envuelto en un abrigo largo, gris, llevaba un sombrero y también un bastón, ninguna de las características de este atuendo me resultaron familiares en absoluto, pero de repente su cara, su gesto, su energía.....era un señor mayor, tenía las facciones de la cara delgadas, tenía una mirada alegre, feliz! y una sonrisa inmensa. Dio unos golpecitos con el bastón en el cristal. Lucía lo miró y como si se conocieran de toda la vida, como si ese hombre fuera el bisabuelo que me hubiera gustado que Lucía conociera, se quedaron prendados el uno del otro. No sé cuantos minutos estuvieron mirándose y sonriendo pero sé que ambos disfrutaron de ese encuentro. Tenía el mismo gesto, la misma sonrisa, la misma intensidad en su mirada que mi abuelo. Una lágrima feliz, de pura alegría se me escurrió y el hombre se despidió y siguió su camino.
No creo que la conociera ese día, de hecho parecía que ambos ya se conocían pero curiosamente eligió ese día para que nos encontráramos y para transmitirme una evidencia (científica que soy yo, bien me viene tener sensaciones así de místicas de vez en cuando!) de que está aquí.
Presencia
Desde entonces reconozco que estoy menos apenada. Tenía una cierta sensación de vacío, de que me gustaría que la hubiera conocido, de que me encantaría que le hubiera comprado sus primeros zapatos (a mí siempre me compraba zapatos), de que estoy segura de que hubieran conectado y de que Lucía habría aprendido mucho de él. Pero....ahora sé que él está cerca, siguiendo nuestros pasos y que mientras hablemos de él y le contemos a Lucía quien era y como era siempre podremos sentir su energía y su presencia. Podría escribir cientos de entradas sobre él. Sobre su valor, su capacidad de superación, su fuerza, su capacidad para luchar....no era perfecto, ni mucho menos. Pero cuando estás tan conectada a una persona sus defectos se hacen virtudes y sobran las razones para amarle por todo ello. Por su perseverancia, su carácter, su determinación...también eran motivos para quererle. Soy quien soy, en gran parte, gracias a él. He heredado muchas de sus virtudes y muchísimos de sus defectos. No me rindo jamás, soy positiva hasta agotar, vivo todo al 200% y soy cabezona a tope. Cada vez me veo más reflejada en él (y me enorgullezco por ello!). Sus ganas de aprender inagotables (con 76 años manejaba las nuevas tecnologías que ya querrían muchos, internet, messenger, webcam, retoque fotográfico), su complicidad para hacerte sentir querida e importante (jamás olvidaré el apodo de "nieta favorita" que me colocaron toda la vida), su vitalidad para superar todas las pruebas que le puso la vida (fue ejemplar como se enfrentó a todas sus enfermedades), su capacidad de reflexión ante las dificultades (cuánto hablamos de la vida, de lo más crudo) y sobre todo su humor, esa capacidad para reírse de absolutamente cualquier cosa, que le hacía crear un chiste en la situación más delicada que os podáis imaginar.
No puedo evitar contar una anécdota. Tras una de las operaciones más severas que sufrió perdió el habla y durante unos días nos culpaba a todos de lo ocurrido, de saberlo y no contárselo y necesitó tiempo para resurgir. Yo le compré una pizarra para que empezáramos a comunicarnos y se negó a usarla. A pesar de todo esa tarde mi prima Laura y yo hacíamos crucigramas en el hospital mientras le hacíamos compañía y de repente empezó a gesticular una palabra que no entendíamos, tras varios intentos por entenderle, cogió la pizarra cabreado y escribió una palabra....la que tocaba en el crucigrama y que no se nos ocurría a ninguna. A partir de ese momento...la pizarra, luego los postit y luego cualquier papel se convirtieron en sus aliados. Pasó de no querer usarla a levantarse para pedir él las consumiciones en un bar, porque ya sabía cómo superar sus limitaciones. Con alguien así a tu lado, con un ejemplo así....como no vas a intentar crecer cada día, superar cualquier miedo y quebrantar cualquier barrera....
Día a día
Su pérdida ha sido difícil, muy difícil. Pero me llevo tanto, tanto de él....que sigue en mí. Es como si fuéramos cabos de una misma cuerda y nunca pudiéramos separarnos. Fran le adoraba. Vivimos los últimos años organizando nuestra vida entorno a pasar una vez al mes por Torrevieja para pasar con él todo el tiempo posible. Y hablábamos mucho. Teníamos la sensación de que no nos daba tiempo a hablar de todo. Cuando ya se cansaba, nos cogíamos de la mano y el resto de la comunicación fluía por nuestros dedos. Conectó tanto con Fran que no le daban las pilas de su micrófono para contarle todo lo que quería que supiera. Él sabía que había encontrado al hombre de mi vida, y de alguna manera...le daba el testigo de amarme y cuidarme y mimarme y ser la más de la más de su vida (así es como él me hacía sentir)....y Fran lo cogió y sé que ahora no sólo me cuida y me ama sino que además servirá de transmisor de toda esa energía hacia Lucía porque no hace falta que le cuente lo maravilloso que era....lo sabe.
Ese encuentro puede que no tuviera el sentido que quiero darle. Quizá sólo era la excusa que me hacía falta para saber que Lucía lo conoce y que siente su presencia. Sólo espero ser capaz de transmitir a mi hija los valores que mi abuelo me enseñó y hacerla sentir tan importante y tan tan tan tan (no me sobra ningún "tan") querida como me hacía sentir a mí.
Este blog nació para su cumpleaños, quizá fue casualidad, pero es que sé que sería uno de mis más fieles seguidores porque miraba todas mis fotos, todas mis propuestas, todos mis planes. Todo le parecía bien, de todo se enorgullecía (a mi tesis doctoral asistió la familia en pleno, no os digo más! y él me decía que si podía sacarse una pipas para hacerlo más ameno (lo que os digo era un crack!). Si hay algo que aún te pueda regalar (siempre le hacía poesías y cosas así) ahí va este blog. Te quiero.
Es curioso cómo un viaje a Madrid puede convertirse también en un viaje al pasado y en toda una experiencia con los hijos... me ha encantado!!!
ResponderEliminarYo también creo que siempre llevamos con nosotras la esencia de nuestros ancestros... ya sean recientes o pasados... es algo inherente que aflora en los momentos que menos nos pensamos... aparece en un gesto... una mirada...
ResponderEliminarQuizá la sorpresa es parte del encanto! no imaginé que el viaje daría para tantas sensaciones. gracias por visitarme! ;)
ResponderEliminarGravias a ti! te he conocido por el comentario que has dejado tú en el mío... mamás que miman! muaks!
ResponderEliminarQue bonito!! Seguro que la conoce, más que tu incluso (estará todo el tiempo mirándola!!). Me ha encantado el post. Y la anécdota!!!! Como en las pelis (hoy te he dicho esa frase más de una vez!) Es bueno tener alguien así cerca, hace que uno se quiera más a uno mismo al sentirse tan querido. Es esencial!!! Besos y abrazos a los tres!!
ResponderEliminarMi amor, me ha encantado, casi que he hecho el viaje con vosotras y he sentido todos los detalles.
ResponderEliminarTambién he llorado, pero no de tristeza, de alegría por saber que EL siempre estará cuidando de vosotros, estoy segura! besos a mi princesa.
Anabella, la verdad es que es debería ser una obligación que todos tuviéramos a alguien que nos hiciera sentirnos tan queridos. El mundo sería tan diferente! menos mal que nosotras lo ponemos en práctica con nuestras nenas.
ResponderEliminarAnita que te voy a decir que no sepas. Sé que cuando hablamos me comprendes y eso es muchísimo más de lo que logro con la mayoría de la gente. Gracias por estar ahí.
Gemma que has hecho llorar tia porque yo siento lo mismo hacia mi abuela materna que ya falleció y hubiera pagado millones porque conociera a Enzo pero sé que desde donde quiera que esté nos está viendo. Un beso ENORME!!
ResponderEliminarInma, no había leído tu comentario (no domino mucho esto). Puedes estar segura de que lo conoce y de que está a tu lado y que esa unión durará para siempre. El espíritu no muere nunca. (Hoy hemos hablado poquísimo...tenemos que quedar más ratito!!). BESOS!!
ResponderEliminarlos pelitos de punta Gemma....tenemos que hablar muuuuuuuuuucho!Enhorabuena!
ResponderEliminarMe encanta el camino que empezamos a recorrer...comadre!!
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